Reflexión

A todos los compañeros de la 4 sedes:

Ya han pasado tantas semanas de frustraciones, peleas, sinsabores, confusiones... y quizás sea ya tiempo de detenerse a pensar y reflexionar en cómo, cada uno de nosotros, ha enfrentado esta crisis.
Hay una conocida historia infantil, que nos entrega una interesante analogía de cómo actuamos y reaccionamos los seres humanos en sociedad. Esta simple historia podría incluso complementarse con las enseñanzas de Vigotsky en relación a cómo somos formados o influenciados inconcientemente por nuestros grupos sociales. Cuánto nos importa el ser aceptados por quienes nos rodean, qué estamos dispuestos a tranzar con el objetivo de no ser los "locos" que van contra la corriente, con tal de no ser considerados los "anticuados" o los "trastornados"... ¿nos da miedo ser los que piensan diferente en temas que parecieran ser trascendentales para el resto?... y si pensamos diferente ¿nos atreveríamos a declararlo pese a las consecuencias?. Es fácil reconocer diferencias de opinión cuando los temas no afectan gravemente a nuestros interlocutores ¡¡¡ Pero vaya que es complicado declararse en desacuerdo cuando el costo o consecuencia puede ser que te aislen!!!

A continuación, un extracto que narra la historia escrita por Hans Christian Andersen, se titula "el traje del emperador" :


"Había una vez un emperador a quien fascinaban tanto los suntuosos atavíos que gastaba todo su dinero en comprar trajes.



Un día llegaron a la ciudad dos bribones haciéndose pasar por sastres famosos; armaron su telar en una enramada alquilada y corrieron la noticia de que elaborarían la tela más suntuosa que alguien pudiera imaginar. No sólo el diseño, la trama y los colores serían originales, sino que la tela tenía la virtud mágica de que sólo podían verla los que no fueran tontos y fueran dignos del cargo que ocupaban. Cuando el emperador se enteró dijo: esa tela será para mí…



Los dos bribones accedieron a confeccionar el traje del emperador, no sin antes solicitar un anticipo importante de dinero para comprar sedas muy costosas y oro muy fino que según ellos necesitarían. Desde ese momento fingían estar ocupadísimos y dejaban luces encendidas hasta altas horas de la noche para demostrar cuánto trabajaban.



Llegó el día en que el propio emperador decidió ir a ver su traje, acompañado de sus ministros llegó al taller y al no ver nada y escuchar los elogios de sus acompañantes que decían ¿no es magnífica?, pensó que era él el único imbécil incapaz de verla a lo que respondió: ciertamente me siento embelesado. Condecoró a los bribones y les otorgó la Orden del Guardarropa. Un buen día los bribones decidieron que el traje estaba listo, el soberano fue llamado para la prueba. Ellos decían he aquí el pantalón, mire que bella camisa...¡un verdadero prodigio! El Emperador se lo probó y quiso verse en el espejo, a ver si allí no lucía invisible, pero sólo vio su ropa interior. Decidió salir a la calle con su traje nuevo. El pueblo se agolpaba para ver pasar al soberano. La gente no se atrevía a confesar que no veía nada, al contrario se oían comentarios: “¡que lujo! ¡qué elegancia!”. De repente un niñito que no tenía esas preocupaciones gritó: ¡pero si el emperador está en ropa interior! ¡Si no tiene ningún traje!.



Entonces todo el mundo insistió en gritar ¡el emperador está desnudo!, y él consciente del ridículo que hacía pensó no puedo dar mi brazo a torcer, llegaré hasta el fin y los cortesanos al ver la actitud del mandatario siguieron haciendo como si recogían las colas de tan suntuoso e invisible vestido"




Quizás la enseñanza más grande que podemos sacar de nuestra actual crisis, es una que, si la aprendemos, nos servirá para el resto de nuestros días... ésta es analizar todas las diversas opiniones y tener nuestras propias convicciones... es aprender a estar firme en ellas, a pesar de lo que otros quieran hacernos pensar. Pero esta firmeza no puede estar basada en nuestro orgullo ni arrogancia, pues el orgullo o la arrogancia opacarían la nobleza de tener una convicción propia, y nos podrían también enceguecer y llevarnos a perder el rumbo... siempre será necesaria la humildad, de otra manera nuestras convicciones serán simplemente "absolutistas" y "arbitrarias".

Después de la historia de este emperador y su pueblo (y aquel desinteresado niño) ¿Qué clase de actitud queremos tener?

Después de todo , ¿acaso el fin último de la educación no es preparar a nuestros alumnos para que enfrenten su vida de la mejor manera posible y resuelvan acertadamente sus dificultades? Bueno, creo que precisamente a eso estamos llamados compañeros profesores, crezcamos hoy con este conflicto, para que mañana ayudemos a nuestros alumnos a crecer también!!!

Espero y anhelo profundamente que estas palabras no sirvan de ofensa a nadie, sino más bien de ánimo y de fuerza para cada profesor en formación.

Deseando honesta y sinceramente que cada alumno de cada sede logre sacar el mejor y más positivo desenlace de su situación en el programa,
se despide afectuosamente

Jorge